Bodegas en venta en la región de Madeira

Historia

Madeira es una escarpada isla volcánica ubicada en el Océano Atlántico a 1.000 km de Lisboa, a 498 km de Tenerife y a 700 km de la costa africana, más o menos a la altura que Casablanca, presentando una posición estratégica muy importante para el comercio en la época de los “descubrimientos”.

Es una de las regiones autónomas de Portugal que históricamente fue un punto importante de avituallamiento para los exploradores que realizaban largos viajes hacia las Américas, Sudáfrica y las Indias, época en la que sus vinos se popularizaron, elaboraciones que sorprendentemente no han cambiado mucho en los últimos 300 años. Los vinos de Madeira son capaces de envejecer por más de cien años y estaban considerados por la mayoría de las cortes europeas como vinos de gran refinamiento.

El vino llega a Madeira con los portugueses, dado la importancia económica y logística de este producto. El clima de la isla se prestó idealmente a la producción de vino, así que desde 1419 con la instalación de la estructura señorial se comienza el cultivo de la vid. Las primeras cepas, al parecer, vinieron de Grecia, de la isla de Creta. Más tarde fueron introducidas los cinco cepajes principales del vino de Madeira actual: Tinta negra mole, Sercial, Boal, Verdejo y Malvasía.

Con el desarrollo del comercio y los descubrimientos en el Golfo de Guinea primero, en el Indico, la India y Brasil después, la importancia estratégica de Madeira aumentó. El vino era un producto básico para los largos viajes entre Portugal y la India, además de ser un elemento de comercio.

La llegada de comerciantes ingleses y la entrada de Portugal en su órbita de influencia, favoreció como explicábamos antes las exportaciones de vino portugués a las Islas Británicas. El Porto, el Dão y el Madeira substituyen al Burdeos y resto de vinos franceses y españoles.

La importancia de Madeira se muestra por las referencias artísticas, como su presencia en Enrique IV de William Shakespeare, o en el brindis de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, parece que era el vino preferido de Thomas Jefferson.

Los vinos de la isla de Madeira tienen más de 400 años de tradición. El nacimiento de la viticultura en la isla remonta al siglo XV y el vino de Madeira ya se comercializaba con el continente americano durante su colonización. En el siglo XVIII, las exportaciones representaban la principal fuente de ingresos y llegó a tener tanta fama entre las élites europeas, que no faltaba vino de Madeira en sus celebraciones. Este vino, ha generado pasiones a escritores, políticos, zares, artistas, etc.

Pero ¿qué es lo que hace tan especial al vino de Madeira?

Tal como ocurrió con los vinos de Oporto, los característicos vinos generosos de Madeira nacieron un poco por accidente. Era habitual que los vinos tuvieran que pasar por largas travesías marítimas hasta llegar a su destino en los siglos XV y XVI. Los vinos se hacían con uvas con una acidez alta y bajo contenido en alcohol y se fortificaban para soportar el largo viaje. Los portugueses observaron que el vino de las barricas que viajaban a la India y que, por diversos motivos, no se vendían en Asía volviendo a Madeira, ganaban en calidad. En lugar de estropearse el vino se convertía en licor gracias a las altas temperaturas, la humedad de las bodegas de los barcos y el movimiento de las olas. El proceso de oxidación del vino sometido al calor a bordo de un barco y su paso por el Ecuador le otorgó un carácter muy particular que los elaboradores quisieron imitar pero sin tener que pasar por estos largos viajes así que construyeron edificios con una estructura que permitiera que el sol calentara las barricas durante el día para que la maduración fuera más rápida. Este sistema se denomina canteiro, y utiliza el calor solar para acelerar el envejecimiento y caramelizar los azúcares contenidos en el vino.

Se comenzó a situar las barricas en las playas, al aire libre. Más tarde se instalaban los toneles en estancias donde se mantenían niveles de humedad y temperatura muy altos, los vinos más jóvenes se colocan en la parte más alta de la bodega, donde el calor es mayor, y continuaban descendiendo en los siguientes niveles del edificio, donde la crianza se desarrollaba más lentamente. Para el envejecimiento se utilizan barricas muy usadas pues de esta manera no aportan aromas ajenos al vino. Este sistema se considera muy fino ya que provoca que los vinos se oxiden y caramelicen a un ritmo más lento. Hoy en día el sistema canteiro se utiliza para los vinos de alta gama y para los vinos varietales.

Tiempo después comenzó a utilizarse el método conocido como estufagem que consiste en calentar los vinos con un efecto de invernadero a unas temperaturas que van de los 45ºC a los 50ºC, procedimiento a través del que se obtiene en tres meses un resultado similar al originado luego de 5 años de exposición del vino al calor tropical que experimentaba en las largas travesías en barco. En la actualidad se utilizan depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada para imitar este proceso.

La técnica de los Canteiros es la manera más tradicional y menos rentable, lo que hace que este vino sea más caro. Las barricas de madera se posan sobre barras de madera, los canteiros, que las aislan del suelo y evitan que se comben. Los vinos descansan en bodegas cercanas al mar sin refrigeración ni calefacción, donde la temperatura no varía a lo largo del año y se mantiene estable a unos 20º. ¡La fermentación es mucho más lenta, los tres meses de las cubas de acero se transforman en 5 años! El vino debe permanecer al menos dos años pero es común encontrar vinos de 10, 20 o 50 años.

Es increíble saber que uno de los factores que los enólogos evitan a toda costa: la exposición del vino al calor, en Madeira se hace deliberadamente donde prácticamente se puede decir que el vino “se cocina”. Este método funciona porque las uvas con las que se elaboran los vinos suelen cosecharse mucho antes, por lo que su mosto es más ácido que el de otros vinos, y este peculiar proceso de envejecimiento consigue que sus vinos tengan una longevidad extraordinaria que incluso puede superar los cien años. Son vinos prácticamente eternos.

BODEGAS

Barbeito

Fundada en el año 1946 por Mário Barbeito de Vasconcelos quien adquirió viñedos abandonados para elaborar vinos continuando con el legado histórico de los sistemas de estufagem y canteiro. Todo un visionario.Barbeito es una de las bodegas con más renombre y singularidad de Madeira. Desde 1991 la familia Barbeito Vasconcelos comparte la propiedad de la bodega con la familia Kinoshita y continúa elaborando vinos generosos reconocidos por su calidad en todo el mundo.

Justino’s Madeira

Una de las bodegas elaboradoras y exportadoras más antiguas de Madeira. Aunque se constituyó como empresa en el año 1953, ya estaba establecida en la isla desde el año 1870. Fundada por Justino Henrique Freitas, elabora vinos que combinan métodos tradicionales con la tecnología más avanzada. Es una de las bodegas líderes en el mercado de producción y exportación de vinos de Madeira.

Henrique Menezes Borges, (fundada en 1877). La marca que ya no pertenece a la familia fundadora posee viñas desde el siglo XV.

J. Faria & Filhos, está presente en Madeira desde los años 1950.

Madeira Wine Company (fundada en 1913). Reagrupa a una asociación de productores de origen inglés. Cuentan con viñas y marcas en el Duero por lo que conocen y venden mucho en el mercado británico. Poseen varias marcas como Cossart Gordon, Blandy’s, Leacock’s y Miles.

Pereira d’Oliveira. Creada en 1920.

Justino Henriques, Filhos. 

D´Oliveiras.

HM Borges.

El número de productores es limitado, ya que un pequeño número de familias, generalmente de origen inglés, concentran la producción. Sin embargo, quedan en el mercado muchas botellas de marcas ya desaparecidas.